sábado, 30 de agosto de 2008

LUGARES SAGRADOS, LUGARES DE PODER


LUGARES SAGRADOS.LUGARES DE PODER.
Desde tiempos inmemoriales los seres humanos han buscado lugares especiales donde poder curarse de sus enfermedades, donde contactar con sus dioses, donde tener una experiencia espiritual. Incluso mucho antes de que aparecieran las primeras religiones, cuando no existían templos, ni dioses, existían lugares en la naturaleza donde los primeros humanos acudían a recuperar un contacto más puro con la naturaleza.


Con el transcurso de los siglos, las distintas religiones construyen sus doctrinas y sus templos, muchas veces en los mismos lugares donde los antiguos adoraban las fuerzas de la naturaleza. Estos nuevos dioses y estas nuevas ideas tomaron formas concretas, crearon normas y separaron lo bueno de lo malo. Así fue como surgió el concepto de “lo sagrado” frente a “lo profano”, de “lo espiritual” frente a “lo material”. Y esos nuevos conceptos impregnaron los lugares de adoración que ya no fueron naturales, inmersos en la naturaleza, sino artificiales, construidos por el hombre.
Esos lugares sagrados en algunos casos conservaron su cualidad de lugar de reencuentro con la naturaleza y fueron así, lugar sagrado y lugar de poder simultáneamente. Pero en la mayoría de los casos, los lugares sagrados: iglesias, ermitas, catedrales... fueron perdiendo su sentido más profundo para ser lugares de encuentro religioso y social, pero ya no lugar de transformación y de potencia interna. Fueron lugares sagrados, pero ya no de poder.
Así ha sido durante los últimos 3.000 años en Occidente. Pero incluso en los momentos más materialistas o los más agitados por las corrientes de la Historia, ha habido las manifestaciones de la naturaleza, recordándonos que ella fue la primera, la primigenia, la anterior a los humanos y la civilización y la que permanecerá cuando humanos e historia hayan caído en el olvido. Fuentes curadoras, cuevas con poderes, árboles milagrosos, apariciones de seres celestiales se han dado en todo el mundo y en toda época. Son signos de una fuerza que no puede ocultarse, ni permite que nos olvidemos de ella. Es la fuerza de Gaia, la Tierra viva, es la fuerza de la espiritualidad equilibrada en el soporte material, es la Gran Madre, la que existió incluso antes que los dioses masculinos, incluso antes del Sol, la gran dadora de vida. La diosa clara de la luz y del cielo que es, a la vez, la diosa oscura de la noche y de la tierra. La gran Virgen Blanca y la gran Virgen Negra.


La fuerza femenina creadora adorada por los antiguos anteriores a la historia en las cuevas neolíticas, la diosa de la fertilidad adorada en las Islas Cicladas 3.000 años antes de Cristo, adorada en Babilonia, en Nínive, en Egipto, en Grecia, en Roma y con la llegada del Cristianismo asimilada a la madre de Jesús, a la Virgen María, la que puede engendrar sin dejar de ser inmaculada.

Bajo esta perspectiva, el fenómeno de las apariciones marianas adquiere un nuevo valor: ¿qué es un lugar donde se aparece la Virgen? ¿Es un lugar sagrado o es un lugar de poder?
Es indudable su valor como lugar sagrado, como lugar de adoración religiosa especialmente para los creyentes católicos (no olvidemos, el muy diferente papel que la madre de Jesús, juega dentro de las diversas corrientes del protestantismo) para los que una aparición siempre es una prueba del amor y preocupación de Dios por sus hijos los seres humanos y su preocupación por estar cerca de ellos, especialmente en los momentos más conflictivos.

Pero también es un poderoso lugar de poder, incluso para los no católicos. Tanto por su valor de teofanía “donde se manifiesta el dios” como por el poder energético que le aporta la fe de los miles y miles de peregrinos que acuden a estos lugares buscando curación, buscando el milagro, buscando la renovación de su fe.

Lo que define al lugar sagrado es su valor dentro de una doctrina religiosa, es el lugar donde se va a encontrar o estar más cerca del dios externo, el lugar donde, por tanto, es más posible que la petición sea escuchada y atendida, donde se va a orar, a pedir, a cumplir, a reconocer una realidad más grande y amplia que uno mismo, una fuerza externa y más poderosa que aquel que adora. Por ello, entrar en el lugar sagrado transforma de acuerdo al grado de fe y a los conceptos intelectuales del que a él acude.
El lugar de poder es lugar donde es más fácil encontrar al dios interior, donde la experiencia transformadora no depende de la fe o de las ideas previas, sino del grado de apertura física para la recepción de la energía del lugar. No es preciso una sensibilidad especial, sino relajación y confianza. Es el lugar donde descubrir que todo poder, toda fuerza ya están dentro de ti. Han existido en tu interior desde siempre. El lugar de poder es el lugar donde la experiencia, si vivida, da el conocimiento que el milagro está dentro de ti, el logro está dentro de ti, que la brizna divina, la chispa creadora está en tu interior esperando para ser descubierta o recordada, para ser utilizada, para ser llevada a su plena expresión, para transformar la vida del que la experimenta y convertirlo en un ser más humano, más abierto, mejor.


¿Lugar sagrado, lugar de poder? ¿Por qué no ambas cosas? Creyentes católicos o no, Lourdes debe ser conocido, no sólo como un santuario de peregrinación, sino también como un lugar donde se unen la cueva de la aparición, el árbol sagrado, la fuente de agua que limpia y la gran fuerza femenina que no juzga, que da amor y no pide nada a cambio, es un lugar que debe ser conocido y experimentado no desde el intelecto, sino desde la energía más sutil que sólo puede percibirse desde lo más profundo del corazón.


Texto: Angel Garcia
Fotos: Estrella&Rosa

1 comentario:

  1. ...un lugar sagrado donde se siente el poder de el Creador bien dices depende de la ideologia del observador y sus conceptos espirituales.....

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